La continuidad es la función que interrelaciona espacial y temporalmente
un plano con el siguiente. Permite cuando se ven dos planos
seguidos, asociarlos como consecutivos aunque estén rodados en lugares y,
evidentemente, momentos distintos.
El respeto de una serie de normas profesionales
y condicionantes técnicos nos permitirán apreciarlos en pantalla como continuos.
Estos elementos a respetar serán, la luz, el decorado, el vestuario, el actor,
el maquillaje, el sonido y la dirección de mirada o movimiento y en su conjunto
reciben el nombre de raccord (o continuidad en los planos).
Para mantener una geografía clara en los espacios de la realización
cinematográfica y audiovisual se parte de una normativa muy precisa que se
articula a partir del concepto de eje. Se llama eje escénico o de acción a la
trayectoria que sigue en pantalla cualquier elemento móvil. El eje escénico se
forma igualmente entre dos personajes inmóviles que se miran. El eje de cámara
es la línea imaginaria que coincide con el punto de mira del objetivo de la
cámara.
El espectador cognitivamente reconstruye el espacio de tal manera que si no se
observan esas reglas, usualmente conducen a confusión: es lo que se denomina como
‘saltos de eje’ (en las repeticiones televisivas suele avisarse con el letrero
de ‘ángulo inverso’)
Un último factor a tener en cuenta en este apartado hace referencia a la
dialéctica plano-contraplano y campo. En otras palabras, cuando establecemos un
plano siempre se crea un espacio opuesto o confrontado, que en el conjunto de la
narración de la película puede quedar fuera de nuestra visión, en off (lo que
obliga al espectador a imaginárselo, como ocurre con frecuencia en el género de
terror) y se llama fuera de campo, o convertirse en el plano siguiente; en este
caso recibe el nombre de contraplano.
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