Ciertamente, durante muchas décadas el cine concebido para su consumo en las
salas ha utilizado unos recursos y unas normas relativamente conocidas entre los
planos: una narrativa que determina el espacio y el tiempo audiovisual y que
está guiada por una relación causa-efecto; a su vez esas relaciones causales
están determinadas por las necesidades y características de los personajes. Y
también los eventos narrativos no son necesariamente presentados en un orden
temporal cronológico. De esta manera, el flash back y flash forward; son
alteraciones narrativas de carácter temporal que alteran la linealidad
cronológica del relato.
El flash back es el retroceso a un punto anterior de la historia, una
necesidad narrativa aclaratoria del momento presente del relato. Alcanza su más
clara representatividad en el film de detectives, cuando se relata cómo cometió
el delincuente el crimen con el que arrancó la trama. Algunas películas como
Sospechosos habituales (1994) o Titanic (1999) están contadas enteras como un
flash back.
Por su parte, el flash forward es un salto hacia delante en el
tiempo para, después, retornar al momento presente de la narración, actuando
como recurso de anticipación más allá de los límites del relato; quizá el
ejemplo más reconocible de flash forward en el cine más reciente lo encontremos
en Terminator (1984) de James Cameron. Por supuesto que las películas de viaje a
través del tiempo como la serie de Regreso al futuro hacen una mixtura entre los
flash back y los flash forward.
Parece claro que cuando se narra una historia, o simplemente una situación, no es imprescindible contar cada uno de los hechos o acciones que la componen; es decir, que si un personaje sale de su casa, coge el coche, conduce hasta una oficina y se sienta en su despacho a trabajar, no se necesita mostrar todo el recorrido realizado por éste ya que en tiempo real esto podría llevarle unos veinte minutos, lo cual carece de interés narrativo y dramático. Se realiza una selección de una serie de momentos de estas acciones (plano de la salida de la casa, plano abriendo el coche, plano conduciendo y plano sentado en la oficina) para contar que el personaje va a trabajar a la oficina en coche. Aquello que habremos obviado por carecer de los valores antes mencionados compondrán la elipsis temporal, lo innecesario para la progresión dramática. Obviamente, la elipsis puede abarcar desde la porción de tiempo mínima apreciable hasta un salto de siglos.
Por su parte, los fundidos a negro consisten en montar un plano con otro, como dice su nombre, completamente negro. Con ellos se transmite una sensación de ‘cambio de capítulo’ y desde luego de transcurso de tiempo. El fundido encadenado posee un valor de transición entre dos momentos, y no tanto de conclusión, permitiendo un flujo uniforme entre dos planos.
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