El
actor es el elemento esencial del proceso comunicativo entre un director y el
público. Desde los tiempos de la tragedia griega hasta el modelo de cine actual
la función de aquellos ha sido la de transmitir un texto bajo la coordinación de
un organizador que se ocupa de la correcta administración de su talento.
El primer contacto que tienen actores y directores es lo que popularmente se
denominada casting: un proceso para la elección de los actores más
adecuados. Los castings se inician con una búsqueda basada en el físico. Lógico:
tras leer el guión, el director habrá dado un rostro virtual al personaje y
tratará de encontrar su referente físico, real. En un segundo momento, en un
casting al actor se le somete a pruebas de diversa índole: autopresentación,
lectura de texto y quizá representación de una escena de la película.
Existen diferencias entre la interpretación para teatro y para cine que
limitan en ocasiones la circulación de profesionales de un medio a otro. La
principal desemejanza se produce por un hecho físico: el actor de teatro se
halla presente frente al espectador, de ahí que mientras el actor teatral haya
de proyectar su voz y sus gestos para llegar al público en cine debe ser más
contenido en sus gestos ya que el registro sonoro y visual le buscan a él hasta
proporciones tan estrechas que cualquier movimiento se ve multiplicado en
pantalla convirtiendo en ridículo un gesto exagerado.
En cine no
se puede interpretar en orden cronológico, sino que el relato se rueda de la
forma más eficaz para reducir costes; de esta manera, el actor debe supeditarse
a un orden establecido a lo largo de varias semanas para revivir al personaje,
mientras que en teatro lo que dura la recreación de la representación es
proporcional a la duración del espectáculo.
Una vez seleccionado, el director y el actor suelen reunirse para compartir
impresiones sobre el personaje a representar y tratar de unificar criterios y
visiones. El director intenta trasladar al actor su concepto del texto y del
personaje y está obligado a resolver con absoluta claridad todas las dudas de
interpretación que surjan. El siguiente paso es el ensayo, período de preparación y de
clarificación de ideas, donde deben afinarse los objetivos que el director ha
propuesto al actor.
Lo usual es
realizar un último ensayo durante la preparación del plano, tanto para recordar
lo establecido, como para que el actor se adapte a las condiciones técnicas y
espaciales exactas que se van a dar cuando la cámara comience a filmar. En
ocasiones esta economía es importante dado que nunca puede predecirse el número
de tomas a realizar, ya que el rodaje de un plano conlleva la sincronización de
una extensa gama de factores: encuadre, foco, sonido, interpretación, efectos,…
y un accidente en cualquiera de ellos obliga a realizar una nueva toma y
repetición.
En los muchos momentos en los que en un rodaje los actores no están
trabajando, están en sus camerinos concentrándose y relajándose.
Vídeo sobre como enfrentarse a un casting
Estudiantes de Arte Dramático de Sevilla con el actor Santi Rodríguez
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